viernes, 30 de octubre de 2015












Llegamos a finales de Octubre. Sí, todos estamos pensando en esa fiesta que a más de uno nos encanta. Y no es Halloween. Es el Día de los Difuntos y el Día de todos los Santos, y con ello, la representación de Don Juan Tenorio. Para los que no conozcan la obra, que dejen de leer esto. Si no encuentran una representación cercana, den gracias a Internet y todas las representaciones que podemos encontrar en Youtube. Aquí una pequeña sugerencia, realizada en Alcalá en 2005.
Para refrescar la memoria, el inició de la historia comienza con una apuesta que básicamente se puede resumir en un “no hay huevos a ver quien es más cabrón” pero que Zorrilla expresa mucho más elegante:
Suprime lo al hecho extraño;
que apostaron me es notorio
a quien haría en un año,
con más fortuna, más daño,
Luis Mejía y Juan Tenorio.
La obra se estructura en 2 partes y 7 actos, y aunque todos sepamos la idea principal, tras sus escenas se esconden mucha más historias que las que las propias representan. En esta entrada, de dos partes, seremos nosotros los que desnudemos a Don Juan Tenorio.
1ºPARTE

1º ACTO: Libertinaje y escándalo.

Por donde quiera que fui,
la razón atropellé,
la virtud escarnecí,
a la justicia burlé,
y a las mujeres vendí.
Yo a las cabañas bajé,
yo a los palacios subí,
yo los claustros escalé,
y en todas partes dejé
memoria amarga de mí.
Quizás este sea el verso que mejor describa a Don Juan, un personaje que se ha quedado fosilizado en nuestra cultura. Un personaje astuto que es capaz de conseguir lo que quiera, como quiera y cuando quiera. Descrito por José Zorrilla, autor del siglo XIX (1817-1893), dejó gran número de obras para nuestro patrimonio cultural. Primero estudiante de Derecho en Toledo (como todos), y luego pasó a estudiar Letras en Valladolid (como todos también). Una carrera literaria en ascendente que comenzó leyendo sus versos en el funeral de Larra hasta ser coronado poeta en el alcázar de Granada por el duque de Rivas, pasando por una estancia (o Erasmus) en París, donde conoció a Alejandro Dumas, Alfred de Musset o George Sand.  



Sin embargo, será recordado por esta obra (no muy original, pero de eso hablaremos más tarde) y no fue algo que le sentase demasiado bien. Con su estreno, José Zorrilla vendió los derechos de autor ya que en un inicio no fue muy aclamada. Pero, la obra empezó a representarse cada vez más y más, haciéndose más famoso el Tenorio que Zorrilla. La gente acudía a los teatros, enamorados por ese personaje sin conocer apenas la mano que lo creó. Será el eterno castigo de Zorrilla, al igual que él se lo impuso a Don Juan.

ESTATUA. Aquí me tienes, don Juan,
y he aquí que vienen conmigo
los que tu eterno castigo
De Dios reclamando están

2º ACTO: Destreza.
BRÍGIDA. ¿Estáis solo?
D. JUAN. Con el diablo.
BRÍGIDA. ¡Jesucristo!
D. JUAN. Por vos lo hablo.
BRÍGIDA. ¿Soy yo el diablo?
D. JUAN. Creoló.
BRÍGIDA. ¡Vaya! ¡Qué cosas tenéis! Vos sí que sois un diablillo…
D. JUAN. Que te llenará el bolsillo si le sirves
Y si en 1844 se escribió, en 1908 se hizo la primera película. Y de la literatura pasamos al cine, al cine mudo. El nuevo arte se inicia, con la primera película “no documental” en España por parte de HispanaFilms, con Don Juan Tenorio, donde en menos de 15 minutos (que sin duda necesitan una restauración) nos narra la historia con su respectivo descanso para cambiar la película. Dios bendiga otra vez a Internet y que tengamos acceso a un verdadero fósil de nuestra historia del cine.

Tenemos que señalar varias curiosidades de esta maravilla cinematográfica. Por un lado, que sus directores Alberto Marros y Ricardo Banos, estudiaron en París cine con George Méliès y aplicaron sus técnicas de apariciones para su película, haciendo que el espectador, además de ver teatro y ver cine, viera magia. (Minuto 9:56, aparicion y desaparicion de Doña Inés; Minuto 9:13, aparición de la estatua de Don Gonzalo).
Técnicamente, y aunque hay debate si sobre hay una o dos grabaciones, y si la que tenemos es de 1908 o 1910, no estamos ya ante un teatro filmado, pues contamos con elementos del cine que caracterizan este arte. Si hay algo que nos llama la atención, sin duda es los dos planos medios que incluye la grabación, técnica que no se utilizaba en este momento y que su adquisición posterior supuso una queja por parte de los espectadores. Podemos verla en la famosa escena de amor entre Don Juan y Doña Inés (minuto 6:22) y en la muerte de Don Juan (minuto 13:55).






Por otro lado, toda película de cine mudo tenía música, sin embargo no se ha conservado el acompañamiento de esta. Por unas notas del director en un libreto, se cree que era música de Mozart, sin embargo, no podemos confirmarlo y nos tendremos que conformar con el recuerdo de los versos correspondientes a las escenas de la grabación
D. JUAN: Cesad, cantos funerales
(Cesa la música y salmodia.)
callad, mortuorias campanas
(Dejan de tocar a muerto.)
ocupad, sombras livianas,
vuestras urnas sepulcrales .
3º ACTO: Profanación.
D. JUAN. Necia, ¿piensas que rompí
la clausura, temerario,
para dejármela aquí?
Mi gente abajo me espera:
sígueme.
BRÍGIDA. ¡Sin alma estoy! ¡Ay!
Este hombre es una fiera;
nada le ataja ni altera...
Sí, sí; a su sombra me voy.
Y aunque la obra tenga más de un siglo de edad, sigue levantando revuelo. El teatro es un arte vivo, pues no existen dos representaciones iguales. El rapto de Doña Inés en manos de Don Juan no ha dejado de ser un escándalo, y continúa siendo un acto criticable. Y aunque sea la obra más representada del teatro español, no a todos los sectores de la sociedad ha gustado. Podemos señalar algunos ejemplos, como es el caso de la escritora Nuria Varela, donde en un artículo de 2013 señaló que “Don Juan Tenorio es machista hasta el ridículo” y que no había hueco para su personaje en la nueva sociedad.



En otra línea, pero con el mismo trasfondo de mostrar a un Don Juan Tenorio como ese “canalla”, tenemos la representación dirigida por Blanca Portillo, donde pretende quitar el cartel de “héroe” que considera que se la ha colocado al asesino y violador que nuestro protagonista es. Sin duda una nueva escenografía y una nueva interpretación, que merece la pena ver.

4º ACTO: El diablo a las puertas del Cielo.
¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor,
que en esta apartada orilla
más pura la luna brilla
y se respira mejor?
Pero con esta lectura, también llegó la réplica. La costumbre y la tradición se enfrentan a estas nuevas lecturas, señalando que en ningún momento se le hace “héroe” y lo que la obra quiere expresar es algo más que la lectura de “Don Juan es un machista”. Muchas reacciones defienden que “Don Juan no quiere expresar eso”. Entre estos, contamos con un artículo que realizó Pérez Reverte, donde postula que “no hay nada más estúpido que mirar el pasado sólo con los exclusivos ojos del presente. Don Juan Tenorio, que recogió eficazmente una tradición literaria clásica, poniéndola al día con un deslumbrante barniz de romanticismo populista para el gran público del siglo XIX, debe ser vista como lo que es, o fue, y disfrutada en su contexto. Ya no existen donjuanes a lo Zorrilla, por fortuna hasta para ellos mismos, porque son, efectivamente, ridículos.”
También la interpretación de Blanca Portillo ha sido criticada, ya que consideran que se queda en una lectura superficial y no muestra un personaje verosímil, ¿cómo iba a hacer Don Juan todas sus fechorías si se queda en un vulgar carente de todo carisma?
Los críticos aluden que “este Sin perdón de Mayorga/Portillo traiciona al texto original añadiéndole un epílogo, además de canciones y otras ocurrencias. Pero quizás a Zorrilla le diese igual: “Mi Don Juan es el mayor disparate que he escrito… No hay drama donde yo haya acumulado más locuras e inverosimilitudes.”
Cómo iba a imaginarse que 171 años después estaríamos a vueltas con la misma obra: el autor que reniega de una obra adorada por público, estudiosos y teatreros, y una mujer de teatro que viene a cuestionar un supuesto complot moral. La polémica está servida.
D. GONZALO. ¿Qué puede en tu lengua haber
que borre lo que tu mano
escribió en este papel?
¡Ir a sorprender, ¡infame!,
la cándida sencillez
de quien no pudo el veneno
de esas letras precaver
[...]
¿Ése es el valor, Tenorio,
de que blasonas?
¿Ésa es la proverbial osadía
que te da al vulgo a temer?
¿Con viejos y con doncellas
la muestras...? Y ¿para qué?
FIN DE LA PRIMERA PARTE.



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