sábado, 31 de enero de 2015

Buenas amigos y amigas de la Historia. Mi nombre es Rafael Sáez Rodríguez, y seré el que se encargue de la sección de Historia Moderna de este blog. Al cual le daré su toque serio y su toque de comedia (pues pienso que el humor es una de las joyas de la docencia.). No hablaré de mí, pues para eso está mi biografía, pero sí quería mandaros un saludo. Dicho esto, advertir que mis temas irán encaminados sobre todo al siglo XVI. Y dicho esto empecemos con una reflexión sobre la siguiente monarca: Isabel de Castilla, que está muy de moda.
Castilla era un hervidero de guerras entre nobles y la pérdida de prestigio de la monarquía era cada vez mayor, todo reflejado en la figura de Enrique IV, su hermano, y Juan II de Castilla, su padre. Isabel se encontró al llegar con unos nobles que miraban por sus intereses y con gran influencia, caso del Marqués de Villena, Juan Pachecho, y el arzobispo de Toledo, Alfonso Carrillo. Todos estos nobles intrigaban en la corte y trataban de minar la influencia de Beltrán de la Cueva, mayordomo del Rey, al que acusaron de haberse acostado con la reina y haber tenido a la Beltraneja, con la excusa de que el Rey no era muy fértil que se diga, de ser un “puto” y de otros rumores, cada cual mejor.
El caso es que cuando murió el rey Enrique IV. Isabel de Castilla tuvo que hacer frente a una guerra de sucesión por el poder en una Castilla en la que primaban las disputas señoriales y en la que el rey de Portugal, que no tardó en casarse con Juana la Beltraneja, hija de Enrique IV (lo de Beltrán de la Cueva era una farsa). Así las cosas, Aragón y Castilla se enfrentaron a Francia y Portugal y vencieron, comenzando el reinado de Isabel I y, un poco más tarde, el de Fernando el Católico en Aragón, produciéndose la Unión Dinástica y la “unificación” de los reinos.

Pero todo no terminó aquí. Isabel tuvo que hacer frente a los nobles, que habían robado tierras a la corona; poner al frente de las órdenes militares a su marido, acabar con el reino de Granada, financiar la expedición a América, soportar las infidelidades de Fernando y asegurar el aislamiento de Francia en el final de su reinado con su política matrimonial.

¿Qué supuso esto a Isabel?
  • Le supuso el estar durante casi todo su reinado con la insistencia de ir de un sitio para otro, y yendo a caballo.
  • El posicionarse en las continuas intrigas de los nobles.
  • Soportar las dudas sobre la expedición de Granada.
  • La continua tensión de unas guerras que al principio no pintaban nada bien.
  • El volcarse en la fe y tener que sufrir interiormente para mantenerse firme.
A esto se le añadirían al final de su vida la muerte de su heredero, de su hija en Portugal y un nieto y los primeros ataques psicóticos de Juana debido a su relación tóxica con Felipe el hermoso, que a veces la llevo al enfrentamiento con su madre.
Un cáncer de útero acabó con Isabel «la Católica», la reina más poderosa de su tiempoTodo esto produjo una merma en la salud de Isabel, una de las reinas más amadas de Castilla, sino la que más, que la llevó a padecer de cáncer de útero  muriendo en 1504 años tras padecer tal enfermedad. Esto no quiere decir que sus labores provocaran el cáncer, pero sí que agravaron su salud y la Isabel de Castilla del principio de su reinado no era la misma Isabel que al final de su reinado.

Con esto podemos ver que hasta los más grandes de los grandes pueden caer en cualquier momento. Lo cual me recuerda a una estrofa de Maldita Nerea en la que se dice “Quisiste todo, perdiste tanto”.

Isabel no es la única que sufrió el peso del poder, también se puede ver en el caso de Carlos I de España y V de Alemania, que comenzaría su reinado como joven impetuoso preparado para la guerra y para llevar a cabo la defensa de la monarquía católica a creerse “abandonado por Dios” al perder las batallas de Metz e Innsbruck, a lo que se añadían de antes la muerte de Juana I y de su esposa Isabel de Portugal. Esto condujo al Emperador y al hombre más poderoso a sumirse en una depresión que lo llevó al monasterio de Yuste y en la que él mismo “llamaba a sus sirvientes a altas horas de la noche para ajustar relojes y que sonaran al unísono” y otra obsesión, que consistía en  “reproducir su cortejo fúnebre”.
http://elmunicipio.es/wp-content/uploads/2014/06/Emperador-Carlos-V.jpgHay veces en las que el sacrificio personal llega a un punto en el que, aun siendo satisfactorio, te mata por dentro. Isabel moría a los 53 años, en 1504, y Carlos a los 58, en 1558.






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